Leyenda de San Frutos ‘Pajarero’

La ermita de San Frutos se encuentra en una península situada en medio del espectacular cañón del río Duratón. Es en este lugar donde, según la tradición, a finales del siglo VII se retiraron para hacer oración San Frutos y sus hermanos Valentín y Engracia, ocupando unas cuevas cercanas.

San Frutos nació en Segovia (642-715?), de donde es patrón, en el seno de una familia visigoda acomodada. Siendo muy joven y de acuerdo con sus hermanos, repartió sus bienes entre los pobres y se retiró aquí para vivir santamente. Permanecieron hasta la muerte de San Frutos a los 73 años. Sus hermanos se marcharon a Caballar, cerca de Turégano, donde fueron capturados por los moros y martirizados. Aún se conservan sus cabezas en un relicario de la iglesia de este pueblo. Cuando la lluvia es muy escasa, el sacerdote sumerge las cabezas en las aguas de una fuente para que comience a llover. A este ritual se le llama de las mojadas.

A la ermita se accede por un puente de piedra de 1757 que nos permite salvar una gran grieta en la roca denominada cuchillada de San Frutos. Cuenta la leyenda que uno de los milagros del santo consistió en separar la roca con su báculo, protegiendo así a un grupo de cristianos de Sepúlveda que corrieron a la ermita para huir de los moros. San Frutos trazó una línea sobre el suelo en la parte más estrecha de la roca y ésta se abrió, despeñándose algunos musulmanes y aterrorizando a los demás.

La cruz de hierro de la entrada está forjada sobre un pedestal de piedra con siete llaves grabadas que corresponden a las siete puertas de Sepúlveda. El siete se considera un número mágico y vuelve a aparecer en el nombre de la cueva de los Siete Altares, muy cerca de allí.

Otro milagro de San Frutos muy conocido es el de la despeñada. Cuenta la leyenda que en 1225 un marido celoso empujó a una mujer adúltera desde lo alto de la hoz de San Frutos, sin que le ocurriera ningún daño. La mujer, que donó todos sus bienes al priorato, vivió muchos años más. La inscripción que figuraba sobre su tumba puede leerse en el atrio, en un muro del templo, y dice:

«AQUÍ YACE SEPULTADA UNA MUGER DE SU MARIDO DESPEÑADA Y NO MORIÓ I HIZO A ESTA CASA LYMOSNA DE SUS BIENES».

No son éstos los únicos milagros que se le atribuyen. También se dice que amansaba a los buitres y que llegó a hacer brotar pajarillos de las llagas de un devoto.

En 1231 se fundó el convento franciscano de Nuestra Señora de la Hoz, a poca distancia del priorato. El 7 de septiembre de 1492 todo el covento menos la iglesia se hundió. Los monjes se salvaron porque estaban cantando maitines en el coro. También este hecho se consideró un milagro. Isabel la Católica costeó la reconstrucción.

Bajo el altar de la iglesia se encuentra el sillar o piedra cuadrada. Dice el saber popular que si das tres vueltas gateando a esta piedra rectangular por un pasadizo muy angosto nunca padecerás hernia o se calmará el dolor si la tienes. A este rito se le llama pasar por la piedra del santo. Y si quieres curarte del dolor de muelas nada mejor que dar una vuelta a la ermita.

Este santo parece tener a bien favorecer a los cazadores de pájaros con liga, por lo que se le dio el sobrenombre de Pajarero. El día del patrón, el 25 de octubre, los cazadores impregnan de liga unas ramas y utilizando un reclamo, llaman a jilgueros y verderones que, ese día y sólo ese día, se posan limpiamente sobre el pegamento.

Las tumbas de los tres hermanos se encuentran en el vértice de la hoz de la ermita, junto a un pequeño templete.

Fuente: IES Miguel delibes

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